04/17/2024 | Press release | Distributed by Public on 04/17/2024 13:51
"Lo que no se mide, no existe". Esa frase, que se ha popularizado con el tiempo, busca subrayar la importancia de las mediciones. Es verdad, medir es esencial, porque permite ubicarnos en un punto específico y nos muestra qué tan lejos estamos de donde queremos llegar.
Considera el siguiente escenario hipotético: tu objetivo es llegar a la casa de una amiga. Si está a solo 100 metros de tu ubicación actual, es probable que no consideres necesario gastar dinero en transporte para llegar. Sin embargo, ¿qué ocurriría si estuvieras a 2000 metros de distancia y solo dispusieras de 3 minutos para llegar? En esta situación, podrías optar por caminar rápidamente o tomar un taxi para llegar a tiempo.
Imagina otra situación: tienes una posición de gran responsabilidad, como la presidencia de un país, el cargo de ministro de gobierno o la gerencia de una empresa. Tienes recursos y tiempo limitados, y la toma de decisiones es una tarea constante. En este contexto, ¿no sería importante contar con información precisa que te guíe sobre qué acciones tomar y si los recursos disponibles, tiempo y presupuesto, son suficientes para cumplir tus objetivos?
La medición es fundamental porque proporciona la información necesaria para responder a estas preguntas cruciales y tomar decisiones informadas en situaciones donde los recursos son limitados y el tiempo es un factor determinante.
Ahora que sabemos por qué y para qué medir, debemos explorar cómo llevar a cabo este proceso. A diferencia de las ciencias exactas, que disponen de unidades de medida precisas e invariables como el metro, el litro o el kilo, las ciencias sociales operan en un ámbito de unidades de medida más abstracto, ya que generalmente buscan medir 'constructos', o conceptos más subjetivos.
Resulta más sencillo medir la altura o peso de una persona, pues existen instrumentos específicos para ello, pero medir habilidades como la empatía o la creatividad es más desafiante, dado a que se carece de herramientas concretas para cuantificarlas. Por ello, un punto de partida necesario para la medición de constructos como estos es trabajar en su definición, lo que también se denomina "operacionalización", porque esto permite construir instrumentos específicos para su cuantificación.
Ahora bien, no cualquier definición es suficiente para poder avanzar hacia la medición. Pensemos en las habilidades, que se pueden definir como cualquier cosa que una persona hace bien. Esta definición no permite construir un instrumento para medirlas porque es muy amplia. Necesitamos desagregar y definir las habilidades en función a características que luego pueden traducirse en ítems de un instrumento. Por eso, es importante seguir una serie de pasos.
Existen diversas habilidades y estas a su vez se agrupan de diferentes formas. Por ejemplo, están las denominadas habilidades para la vida. Estas son un conjunto de competencias que permiten a las personas reinventarse a lo largo de todas las etapas de la vida, adaptarse a circunstancias cambiantes y diversas, e identificar las oportunidades de crecimiento en medio de las diferencias. Entre estas se encuentran las habilidades fundacionales o básicas (lectoescritura o matemáticas), las cognitivas (ej., habilidades digitales, pensamiento crítico, creatividad y resolución de problemas), las habilidades relacionadas con la función ejecutiva (ej., autorregulación y metacognición), y las habilidades socioemocionales (ej., autoestima, perseverancia y empatía).
Nuestro ejemplo para ilustrar esto será la empatía, una de las 20 habilidades del Siglo XXI priorizadas por el BID. Si realizas una búsqueda en internet encontrarás una variedad de definiciones para la empatía, unas más claras que otras.
Una de estas definiciones es: "la empatía es una respuesta emocional a la percepción de una emoción en otros. Es la capacidad de reconocer y comprender la presencia de una emoción en otra persona, y experimentar una emoción similar como resultado, por lo que tiene elementos emocionales y cognitivos".
La definición de empatía que vimos sienta las bases para la construcción de un instrumento de medición, ya que cada aspecto de esta definición permite pensar en ítems de medición. Podemos medir qué tanto una persona reconoce la emoción de otra persona, qué tanto puede comprenderla, y qué tanto puede sentir lo que otra persona siente. Además, podemos hacer que el instrumento genere situaciones con distintas emociones (disgusto, alegría, susto, tristeza, etc.) para mejorar su precisión. La escala básica de la empatía es un buen ejemplo de lo que acabamos de hacer.
Como en el ejercicio de arriba, el BID identificó una serie de habilidades que son importantes para la vida, medibles, y maleables. Además, el BID está desarrollando materiales que permitan describir qué son las habilidades del siglo XXI; identificando instrumentos confiables para medirlos e identificando experiencias y formas de promover el desarrollo de estas habilidades en los estudiantes.
De estos tres tipos de instrumentos, el auto reporte es el que ha sido desarrollado en mayor cantidad para el caso de las habilidades del siglo XXI, mientras que los basados en el desempeño se desarrollaron para la medición de habilidades básicas como las matemáticas y la lectoescritura. Esto se debe a que la preocupación por desarrollar las habilidades básicas tiene más tiempo en los sistemas educativos y esquemas de evaluación de todo el mundo, pero también porque las habilidades del siglo XXI son más difíciles de medir objetivamente desde la perspectiva de su definición, complejidad del instrumento y costos de medición.
Dado esto, es crucial continuar con la búsqueda de mejores herramientas de medición de las habilidades del siglo XXI. Mejorar la evaluación de estas habilidades es esencial para el progreso individual y colectivo en un mundo en constante evolución.
Si conoces algún instrumento de medición, compártelos para que juntos logremos promover el desarrollo de las habilidades del Siglo XXI.