UNHCR - Office of the United Nations High Commissioner for Refugees

04/26/2024 | Press release | Distributed by Public on 04/26/2024 04:24

Buscando protección y libertad, personas rohingya refugiadas emprenden peligrosa travesía marítima para llegar a Indonesia

"Me quedé sin agua y sin comida al quinto día", contó. "Luego, murió una mujer. Antes de tirar su cuerpo al mar, seguimos los rituales del Islam para rezar por ella. No hubo agua limpia durante diez días, así que los niños tomaban agua de mar mezclada con limón".

Sofia viajó con cinco de sus seis hijos; todos ellos enfermaron durante el viaje. Por suerte, se han recuperado en los tres meses que han pasado desde su llegada a Aceh. De momento, viven en el asentamiento de Kulam Batee, cerca de la playa en Pidie, junto con otras 130 personas rohingya refugiadas.

Las condiciones de vida son duras debido al hacinamiento: las personas refugiadas viven en carpas comunitarias que, al estar abiertas, ofrecen poca protección de la intemperie. Hace poco, la hija más chica de Sofia se desmayó por el calor. "Le salía espuma por la boca; pensé que iba a morir", declaró Sofia.

Ahora, el mayor deseo de Sofia es reencontrarse con su hijo mayor, Shofiuddin, quien viajó a Indonesia hace muchos años con un familiar. Con 15 años, Shofiuddin asiste a una escuela en Medan, la capital de la provincia de Sumatra del Norte.

Sohidul, de años 24, también se está alojando en el sótano del centro de convenciones. Él había obtenido un empleo como profesor de inglés en uno de los centros de estudio del campamento de refugiados en Bangladesh; sin embargo, una oleada de secuestros en los que pedían rescate no le dejó más opción que abordar una embarcación. "Si me hubieran secuestrado, habrían pedido dinero que no tengo", explicó. "Si mi familia no hubiera pagado, me habrían matado; por eso me fui, por miedo".